En el manejo de las heridas crónicas no existen protocolos universales ni atajos. Cada paciente requiere un abordaje individualizado que comienza siempre con una historia clínica exhaustiva, una exploración completa y la definición clara del problema. A partir de ahí se plantean diagnósticos diferenciales, se seleccionan las pruebas más útiles y se establece un plan de tratamiento adaptado al paciente y a su herida. Solo mediante una metodología ordenada es posible optimizar el lecho, controlar las complicaciones locales como el biofilm y favorecer una cicatrización eficaz. Porque no tratamos una herida: tratamos un paciente con toda su complejidad clínica.