El prurito es la sensación desencadenante del rascado, originada en la epidermis y en las uniones mucocutáneas. Esta señal viaja por la médula espinal hasta el tálamo y allí se distribuye a diferentes áreas específicas del cerebro.
Las particularidades anatómicas, fisiológicas y comportamentales del gato hacen que el prurito en esta especie se manifieste de forma distinta a la observada en perros, con patrones clínicos característicos como la dermatitis miliar, el prurito facial-cuello, el complejo eosinofílico y la alopecia autoinducida.
Las principales causas de prurito en gatos son las enfermedades parasitarias y las alergias.
Para llegar a un diagnóstico correcto en un gato con prurito se debe seguir un protocolo diagnóstico estructurado y orientado al problema principal. Mientras que las enfermedades parasitarias suelen ser relativamente sencillas de diagnosticar y tratar, las alergias pueden ser más complejas. Las alergias ambientales, la alimentaria o la alergia a la picadura de pulga pueden compartir presentación clínica y coexistir. La diferenciación y exclusión de estas es clave para llegar a un diagnóstico final y establecer un plan de tratamiento individualizado y adecuado para la patología, el paciente y sus tutores/as.
